CAMBIO CLIMÁTICO
Se llama cambio climático a la modificación del clima con
respecto al historial climático a una escala global o regional. Tales cambios
se producen a muy diversas escalas de tiempo y sobre todos los parámetros
meteorológicos: temperatura, presión atmosférica, precipitaciones, nubosidad,
etc. En teoría, son debidos tanto a causas naturales (Crowley y North, 1988)
como antropogénicas (Oreskes, 2004).
El término suele usarse de manera poco apropiada, para hacer
referencia tan solo a los cambios climáticos que suceden en el presente,
utilizándolo como sinónimo de calentamiento global. La Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático usa el término «cambio climático»
solo para referirse al cambio por causas humanas:
Por "cambio climático" se entiende un cambio de
clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la
composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del
clima observada durante períodos comparables.
AGOTAMIENTO DE LA CAPA DE OZONO
La capa de ozono es una capa delgada dentro de la atmósfera terrestre, que absorbe una gran parte de la luz ultravioleta proveniente del sol. Debido a que es tan protectora, es vital para la vida en la Tierra. Las partículas de ozono son muy dinámicas y pueden ser despegadas y reformadas fácilmente. Sin embargo, recientemente la capa de ozono se ha desgastado a un ritmo más alto y así que está en un estado de agotamiento.
El ozono es responsable del bloqueo de casi toda la radiación ultravioleta que de otro modo golpearía la Tierra. Incluso pequeños aumentos de la radiación ultravioleta serían devastadores para casi todas las especies de plantas y animales. La radiación ultravioleta causa daño directo a las plantas y puede aumentar el número de cánceres de la piel entre los seres humanos.
La capa de ozono se está agotando lentamente por la humanidad a un ritmo de casi medio punto porcentual por año. Mientras que la destrucción y la reconstrucción de la capa de ozono es rutina en el ciclo de ozono-oxígeno, hay productos químicos que se introducen en la capa que causan su destrucción de forma radical y permanente. Las moléculas tales como el cloro y el bromo son puestas en el ambiente en forma de clorofluorocarbonos y bromofluorocarbonos (CFC y BFC, respectivamente). Estas moléculas causan estragos en las de ozono, rompiéndolas y atándolas para que no se puede reformar. Las latas de aerosol, que anteriormente contenían CFC han sido prohibidas prácticamente en todo el mundo desde 1970. Sin embargo, hay países que todavía incluyen los CFC dentro de latas de aerosol como propulsores. Además, una vez a la CFC se abre paso en la estratosfera, se queda allí durante largos períodos de tiempo, por lo que el daño continúa.
DEFORESTACIÓN
La deforestación o tala de árboles es un proceso provocado generalmente por la acción humana, en el que se destruye la superficie forestal. Está directamente causada por la acción del hombre sobre la naturaleza, principalmente debido a las talas o quemas realizadas por la industria maderera, así como por la obtención de suelo para la agricultura, minería y ganadería.
Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta en un serio daño al hábitat, en pérdida de biodiversidad y en aridez. Tiene un impacto adverso en la fijación de gas carbónico (CO2). Las regiones deforestadas tienden a una erosión del suelo y frecuentemente se degradan a tierras no productivas.
Entre los factores que llevan a la deforestación en gran escala se cuentan: el descuido e ignorancia del valor intrínseco, la falta de valor atribuido, el manejo poco responsable de la forestación y leyes medioambientales deficientes.
En muchos países la deforestación causa extinción de especies, cambios en las condiciones climáticas, desertificación y desplazamiento de poblaciones indígenas.
Investigaciones recientes han demostrado que la deforestación puede afectar mucho a la cantidad de lluvia caída en un lugar y a otros fenómenos climáticos, siempre que tales modificaciones sean de gran magnitud y abarquen una amplia zona.
El argumento aducido es que una ampliación de la cubierta vegetal podría aumentar la lluvia, y que una disminución de la misma podría reducirla.
En un modelo de circulación general atmosférica elaborado por el Laboratorio de Ciencias Atmosféricas Goddard se ha demostrado que los grandes cambios en la cubierta vegetal afectan a la lluvia. Pero, no es la vegetación el factor determinante, sino más bien la correlación entre la humedad del suelo, la vegetación y la energía (fundamentalmente solar) que se necesita para convertir el agua en vapor de agua que forma parte del aire.
PERDIDA DE LA BIODIVERSIDAD
Nuestro planeta se enfrenta a una acelerada desaparición de
sus ecosistemas y a la irreversible pérdida de su valiosa biodiversidad. Por
diversidad entendemos la amplia variedad de seres vivos -plantas, animales y
microorganismos- que viven sobre la Tierra y los ecosistemas en los que
habitan. El ser humano, al igual que el resto de los seres vivos, forma parte
de este sistema y también depende de él. Además, la diversidad biológica
incluye las diferencias genéticas dentro de cada especie y la variedad de
ecosistemas.
Toda esta diversidad biológica provee al ser humano de
recursos biológicos. Éstos han servido de base a las civilizaciones, pues por
medio de los recursos biológicos se han desarrollado labores tan diversas como
la agricultura, la industria farmacéutica, la industria de pulpa y papel, la
horticultura, la construcción o el tratamiento de desechos. La pérdida de la
diversidad biológica amenaza los suministros de alimentos, las posibilidades de
recreo y turismo y las fuentes de madera, medicamentos y energía. Además,
interfiere negativamente con las funciones ecológicas esenciales.
Las interacciones entre los diversos componentes de la
diversidad biológica es lo que permite que el planeta pueda estar habitado por
todas las especies, incluidos los seres humanos, ya que gracias a ella se
dan procesos tales como, la purificación
del aire y del agua y la destoxificación y descomposición de los desechos, la
estabilización y moderación del clima de la Tierra, la moderación de las
inundaciones, sequías, temperaturas extremas y fuerza del viento, la generación
y renovación de la fertilidad del suelo, incluido el ciclo de los nutrientes,
la polinización de las plantas, etc.
La forma más visible de este daño ecológico es la extinción
de animales tales como los pandas, los tigres, los elefantes y las ballenas,
debida a la destrucción de sus hábitat y a la cacería o captura excesiva. Sin
embargo, otras especies menos llamativas pero igual de importantes también se
encuentran en peligro. Como ejemplo, podemos mencionar a la amplia gama de
insectos que ayudan a la polinización de las plantas.
Si bien la pérdida de especies llama nuestra atención, la
amenaza más grave a la diversidad biológica es la fragmentación, degradación y
la pérdida directa de los bosques, humedales, arrecifes de coral y otros
ecosistemas. Todas estas cuestiones son agudizadas por los cambios atmosféricos
y climáticos que ocurren de manera global y que afectan directamente a los
hábitats y a los seres que las habitan. Todo ello desestabiliza los ecosistemas
y debilita su capacidad para hacer frente a los mismos desastres naturales.
La riqueza y la diversidad de la flora, la fauna y los
ecosistemas, que son fuentes de vida para el ser humano y las bases del
desarrollo sostenible, se encuentran en un grave peligro. La creciente
desertificación a nivel global conduce a la pérdida de la diversidad biológica.
Últimamente han desaparecido unas ochocientas especies y once mil están
amenazadas. Es fácil comprender que con esta pérdida incesante de recursos está
en riesgo la seguridad alimentaria. La pérdida de la diversidad biológica con
frecuencia reduce la productividad de los ecosistemas, y de esta manera
disminuye la posibilidad de obtener diversos bienes de la naturaleza, y de la
que el ser humano constantemente se beneficia.
Cada año desaparecen miles de millones de toneladas de tierra
fértil. El proceso de degradación de los suelos, su mal uso y utilización, los
insostenibles modelos de consumo y la sobreexplotación de los recursos
naturales, junto a las guerras y los desastres, son elementos que agravan la
hambruna de más de mil millones de personas.
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